Un refugio íntimo y apartado con una especial vocación de acogida y de cultivo de la vida. Cocina saludable y ligera, auténtica, colorida y con carácter.
Se trata de la apasionante recuperación y remodelación de una casa de campo abandonada con 4 cómodas habitaciones dobles, independientes y con "carácter"; espacios comunes conciliadores y estimulantes, suspendidos entre "naturaleza", "cultivo" y "cultura". Espacios de servicio funcionales, amigables y en sintonía con el espíritu del lugar.
Cuatro habitaciones dobles, cada una con entrada independiente y baño privado. Cuatro micro-mundos densos, singulares, empáticos, como corresponde a aquellos que abren los brazos en señal de amigable acogida. Cuatro espacios con diferentes fisonomías, pero con la misma apasionante tarea de contar y acoger todos esos fragmentos de la vida de cada uno que intentan convertirse en valiosa sustancia.
Los espacios "privados" constituyen la parte habitable destinada a los huéspedes. Todas las habitaciones, cada una con entrada independiente, dan a un césped "afectuoso" y protegido en su total extensión, por una "joven" pérgola de Uva Fragola.
La mirada se dirige hacia una inmediata antología de olivos, robles y variada vegetación espontánea. Y dondequiera que se encuentre, el huésped está literalmente alimentado por la proximidad del mar, que se presenta en una versión especial como una suspensión en el aire.
El conjunto de espacios comunes y de servicio goza de una relación directa con el amplio porche que acompaña toda la fachada este del edificio y que se diluye en una extensión "verde" delineada por manchas florales y asientos policromos de plástico: un verdadero horizonte balsámico para los ojos y la regeneración del cuerpo.
Ese porche con muchas vidas, que en primavera y verano recibe a los huéspedes para el desayuno y para los saludables encuentros humanos, y en los meses de invierno se viste con cómodos ventanales para convertirse en un jardín de invierno.